Rabia en el Camino

¿Qué significa la rabia en el camino?

La rabia en el camino se presenta como un estado de agresión o irritabilidad experimentado por los conductores de vehículos motorizados, dando lugar a amenazas, gestos ofensivos, insultos verbales y una conducción imprudente. Este comportamiento puede desencadenar enfrentamientos, accidentes e incluso tragedias de gran magnitud.

Según estudios, más de la mitad de los conductores han experimentado algún tipo de rabia en el camino en algún momento. Este fenómeno, que data de hace más de 70 años según lo retratado en un video clásico de Walt Disney protagonizado por Goofy, es una realidad que persiste en la sociedad actual.

Aunque situaciones cotidianas como hacer cola en el supermercado pueden generar estrés, cada individuo en esa fila tiene sus propias preocupaciones y responsabilidades únicas.

Es crucial estar atentos a nuestra propia agresividad al volante, especialmente si nuestros seres queridos expresan preocupación al respecto. Esto puede ser un indicador de problemas subyacentes que requieren atención.

Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Además de garantizar un descanso adecuado y evitar conducir bajo la influencia del alcohol u otras sustancias, podemos intentar salir de casa con más tiempo de antelación para reducir el estrés. Mantener la paciencia y ser conscientes de nuestra conducta al volante, quizás incluso recordando a nuestros seres queridos mediante fotos en el tablero del vehículo, puede ayudarnos a mantener la calma y la perspectiva, incluso cuando nos enfrentamos a la agresión de otros conductores.

Es importante recordar que, si nos encontramos siendo víctimas de la agresión de otro conductor enojado, lo mejor que podemos hacer es no responder con la misma actitud y mantener la calma. Es posible que esté lidiando con sus propias frustraciones y no debemos permitir que su comportamiento nos afecte.

La Conducta Puede Implicar Riesgos

Las Investigaciones han concluido que existen conductas que facilitan que se produzcan accidentes de tránsito o situaciones conflictivas. 

La impulsividad

La impulsividad, significa que uno «actúe sin pensar», sin prevenir las consecuencias. Con frecuencia lleva a acciones que nos hacen perder el control del vehículo o sorprendemos a otros usuarios de la vía, con el consiguiente riesgo de accidentes. Las acciones impulsivas son típicas de los niños.

Autocontrol

Los niños cuando se enfadan muestran su rabia de forma descontrolada. Gritan, patean o golpean algún objeto o a alguna persona. 

Si como conductores mostramos tal forma de agresividad descontrolada, las consecuencias pueden ser catastróficas. 

Debemos, en cambio, de dominar la eventual irritación o ira que sintamos, incluso cuando otro usuario de la vía haya tenido una conducta incorrecta, o nosotros lo percibamos así.

El no asumir la culpa

Ciertos individuos tienen una gran propensión a culpar a otros y se niegan a ver su propio comportamiento en el desarrollo de los acontecimientos. 

Estas personas culpan a otros de lo sucedido y no asumen su responsabilidad y, por lo tanto, no modifican su conducta, ni sacan experiencias valederas, frenando así su desarrollo personal al no existir aprendizaje de las experiencias.  

El darse cuenta de que uno ha cometido un error y comprender que nuestro comportamiento como conductor debe mejorar constantemente es muy importante cuando uno desea desarrollarse y convertirse en un conductor seguro.

Represión

En diferentes situaciones de la vida las personas tratamos de reprimir o dejar de lado los pensamientos que de alguna manera nos están impidiendo lograr nuestros objetivos. 

El contemplar y comprender la realidad correctamente, en lugar de tergiversarla o reprimirla, puede resultar decisivo cuando conducimos un vehículo. Soy lo suficientemente temerario para creer que el adelantamiento saldrá bien a pesar de que el espacio disponible es escaso.  

Otras cosas, como llegar a cierta hora, parecen más importantes.

Hacerse valer

Quizás uno desea mostrar a sus acompañantes lo competente que es como conductor. Así, la acción se refuerza con frecuencia con palabras para que ellos se den cuenta de cómo hay que conducir un automóvil.

Otra forma de hacerse valer puede derivar en un deseo de defender su derecho a cualquier precio. El sentirse superior a los demás o el pensar que se tiene más derechos, lleva con frecuencia a sentir algunas conductas de otros como «desafíos», o a pensar, cuando otro conductor realiza una maniobra con la cual no se está de acuerdo, en que «hay que darle su merecido».  

Todo esto aumenta los riesgos de tener o provocar un accidente.

Estrés

Cuando las exigencias de la situación sobrepasan la capacidad del conductor, se presenta un estado de sobreesfuerzo o estrés. 

El estrés implica que la energía síquica se convierte en angustia provocando reacciones incorrectas. 

En lugar de concentrar las fuerzas en la solución de un problema difícil, el estrés empeora la conducta orientada a la solución del problema. 

No todo estrés es necesariamente negativo. Por el contrario, cierto grado de estrés contribuye a mejorar el rendimiento.

Físicos

Atención a los latidos del corazón, palpitaciones.

Sensación de ahogo, de tener un nudo en la garganta, respiración poco profunda y rápida.

Tener la boca seca, el estómago revuelto, indigestión, nauseas.

Diarrea, estreñimiento, flatulencia.

Tensión muscular, preferentemente en las mandíbulas, rechinar de dientes.

Puños cerrados, espalda encorvada, dolor y molestias musculares, calambres.

Inquietud, hiperactividad, comerse las uñas, tamborilear con los dedos, dar golpecitos con los dedos, temblor en las manos.

Cansancio, fatiga, actitud letárgica, sentirse exhausto, mareos, dificultad para conciliar el sueño, mareos y dolores de cabeza.

Sudoración, especialmente en las palmas de las manos, sofocos. Manos y pies fríos.

Comer demasiado, perder el apetito, aumenta el consumo de cigarrillos en los fumadores.

Mayor ingestión de alcohol, pérdida de interés en el sexo.

Mentales

Angustia, preocupación, tristeza, lágrimas, desilusión, sentimientos de desamparo y deseperanza, histerismo, introversión, ansiedad y depresión.

Impaciencia, irritación, enfado, hostilidad y agresividad.

Frustración, aburrimiento, reacciones inapropiadas, culpabilidad, dejadez, inseguridad, vulnerabilidad.

Pérdida de interés frente la apariencia externa, por la salud, por las dietas y por el sexo.

Conducta polifásica, precipitación.

Incapacidad de terminar una tarea antes de comenzar otra nueva.

Dificultad para pensar con claridad, para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, falta de creatividad.

Proclive a cometer fallos tontos y a tener accidentes.

Tener mucho que hacer y no saber por donde comenzar, con lo cual se termina por no hacer nada.

Hipercrítrico, inflexible, comportamiento no razonable, baja eficacia y falta de productividad.

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